lunes, 16 de noviembre de 2009

LA VIEJA SIRENA

Esta maravillosa y sensual novela tiene grandes dosis de erotismo y sensualidad, que dan energía a la idea de lo prohibido. Un personaje, que nos embauca ya al inicio de la obra con su inocencia y su curiosidad, decide romper las normas a que se ve sometido. Com resultado de esa transgresión su existencia pasa a entrar en el ámbito del Tiempo: comienza a vivir y su vida la lleva por distintas situaciones, todas ellas intensas, preñadas de sexualidad y amor en todas sus variantes. El mundo está ahora en un momento de crisis: Roma cae poco a poco y la sociedad está plagada de corrupción, intrigas y conflictos. Kilia, que así se llama al principio, conoce el amor con su maestra Domicia, pero al ser perseguidas por pertenecer a una secta cristiana pasa por una serie de vicisitudes que le dan nuevos nombres (Falkis, Nur, Irenia) y la hacen pasar por experiencias que la marcarán profundamente: tendrá una hija y la perderá ante unos piratas, será violada, perderá la posibilidad de tener hijos, será esclavizada, presenciará actos de barbarie y folclore romano... Todo esto aportará elementos que ella asociará a la vida, pero en el ámbito amoroso; vivir es amar, y por eso tan sólo comenzará a vivir plenamente cuando un mercader y navegante - Ahram - la compre y lleve a Alejandría, donde pasará por ser su hetaira y acabará siendo su pareja. Pero como en el amor no hay caminos derechos y lineales, otro personaje - Krito, extravagante por sus hábitos y especialmente interesante ante los ojos de Irenia - que finalmente se llamaría Glauka -, harían que se forme un extraño y peculiar triángulo amoroso, en el que todos aman a los otros dos, aunque en secreto: ella los ama a los dos, pero sólo puede admitir su amor por Ahram; éste hace lo propio con ella, y tan sólo admite su amor por Krito cuando éste ha muerto; Krito no puede admitir en público ninguno de sus afectos, pero también los ama a los dos. Por tanto, no se establece una frontera clara entre lo que hoy llamamos amor y amistad: los personajes se desean, simplemente, y no renuncian a sus placeres. Es por tanto ésta una novela en la que el amor está al servicio de lo prohibido, de lo ilícito, tanto en su móvil inicial (el deseo de la sirena) como en los sucesivos deseos particulares de los otros personajes, cuyos intereses llegan en ocasiones a chocar, desencadenando conflictos que, de un modo u otro, terminan solucionándose. Lo prohibido se puede entender como deseo, ya sea de lo que se tiene (o no se puede tener) o de los que sí se tiene (en cuyo caso los celos son el motor principal, así como la envidia - ; también se puede desear algo secreto o algo que a uno le está prohibido. Pero lo prohibido también se puede concebir como el placer: de índole sexual, sensual o emocional, el placer es un rasgo que caracteriza a todos los personajes. La sensualidad y la sexualidad son dos aspectos muy a tener en cuenta, no sólo por ocupar páginas y páginas de esta obra, sino por su relevancia en la estructuración de la misma. Por otra parte, lo prohibido - quizá lo que siempre estuvo y aún está prohibido - es la libertad. Desde el momento en que hablamos de la protagonista como una sirena atrapada en la inmortalidad, y que al hacerse humana pasa a ser esclava, y luego la mujer objeto de un navegante, y tan sólo al final su mujer y esposa y amada, entonces la idea de deseo prohibido de alcanzar la libertad se nos presentará eminente. Pero todo ello revestido de un sinfín de elementos eróticos que vienen desde la más antigua tradición grecolatina hasta el siglo XX. Finalmente, el breve elenco de hábitos sexuales y la actitud de la sociedad del momento ante los mismos, no hacen sino evidenciar la increíble capacidad humana de poner barreras y etiquetar de pernicioso aquello con lo que más goza: ese afán autodestructivo que nos hace únicos, esa actitud moralizante ante aquello que se hace y no se dice... Todo esto está prohibido, es erótico y sensual, y, sin embargo, se hace. Por todo ello, La vieja sirena es una exquisita recreación del afán de una mujer por superar los límites que la naturaleza y la sociedad le ponen, y el logro, la victoria que alcanza en un apoteósico final, impregnado de brillantez artística y calidad literaria. Es, por tanto, la elevación a lo sublime de aquello que más nos mueve a los humanos: el deseo de alcanzar lo prohibido (el placer y la libertad).

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